Escribe Roman Gary en La promesa del alba que una vez concluida la guerra
sólo los vencidos quedan liberados, no los vencedores.
¿No será esta afirmación de Roman Gary una afirmación meramente estética? El vencido, el derrotado, ¿liberado? El torturado, el...
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Escribe Roman Gary en La promesa del alba que una vez concluida la guerra
sólo los vencidos quedan liberados, no los vencedores.
¿No será esta afirmación de Roman Gary una afirmación meramente estética? El vencido, el derrotado, ¿liberado? El torturado, el fusilado, el excluido, el
prisionero, ¿liberado? ¿O no será acaso un delirio redentorista según el cual el
sufrimiento es en sí mismo liberador, purificador y salvífico, y que es como, a
lo largo de los años, la victoria ha conseguido descansar sobre la aceptación del
vencido? Se ha dicho que no hay poder que no predique la salvación.
El discurso redentorista (contra la tenacidad de Reyes Mate) es el discurso del poder,
incluso de su impunidad: te maltrato por tu bien, es en resumidas cuentas su
mensaje, sin mí estarías perdido, etc.
Roma, el Imperio que predica la Religión
del Estado, perdura en el Vaticano, máxima expresión del estrecho vínculo que
hay entre la historia de la redención y la organización física del poder.
Si no
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