Cuando apareció el primer número de VIENTO SUR en 1992, el entusiasmo
internacionalista del decenio 1965-1975 había decaído.
El imperialismo había
logrado retomar la ofensiva, tras la importante derrota sufrida en Vietnam.
Fue la
crisis del mal llamado...
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Cuando apareció el primer número de VIENTO SUR en 1992, el entusiasmo
internacionalista del decenio 1965-1975 había decaído.
El imperialismo había
logrado retomar la ofensiva, tras la importante derrota sufrida en Vietnam.
Fue la
crisis del mal llamado “campo socialista” la que le permitió hacerlo –la agudeza
del conflicto chino-soviético había atizado los fuegos de la guerra chino-indochina de 1978-1979 /1 y preludiado la implosión del bloque soviético una decena de
años más tarde.
Estas convulsiones burocráticas contribuyeron mucho a la pérdida de perspectiva y a la fragmentación de los combates políticos y sociales en el
mundo.
Sin embargo, en 1992, sin que aún lo supiéramos, nos encontrábamos ya
en vísperas de un verdadero despertar internacionalista.
La mundialización capitalista levantó plenamente su vuelo tras la caída del
Muro de Berlín en 1989.
La violencia de las contrarreformas neoliberales se hizo
sentir muy rápidamente, suscitando todo un abanico de resistencias, el
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